ESTOY HECHA UN DESASTRE!
Checando el archivo de entradas me di cuenta de que faltaba un hueco! seguro lo borre cuando mi computadora se volvió loca y clóno como 20 entradas
:( Buhuu perdí todos los comentarios, espero lo vuelvan a leer!
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Volví a morderme el labio y
jugué con mi anillo. Una joya dorada, hecha de oro y con el emblema de la
familia real grabado en el, una enorme águila en un duelo a muerte contra un
magnifico dragón. Siempre que lo veía con detenimiento me preguntaba quien
habría ganado el duelo, si el águila o el dragón. El águila era mi reino y el
dragón es el de los Grecorianos, siempre en guerra, una lucha que aún no
acababa y solo lo haría hasta que uno callera, para siempre.
Aarón se acerco a mi, sin decir una palabra
y me ayudo a ponerme de píe. Me costo
mas trabajo del que imaginaba, pero finalmente lo logre. Me ayudo a ponerme el camisón limpio sobre
el que estaba sucio y desgarrado. Me costaba mucho trabajo alzar los brazos ,
sentía como lo carne se estiraba y el dolor me martillaba en la cabeza. Fue
peor cuando tuve que quitarme el camisón viejo por debajo del nuevo.
El vestido que habían traído era el de
color verde, mi hermana me había obsequiado ese vestido en mi cumpleaños, un 27
de Noviembre.
Puso el vestido en el suelo y yo me
coloque en el agujero. Aarón subió el vestido con lentitud para no rozar las
vendas.
Cada vez que sus manos me rozaban se me
erizaba la piel.
Llego a donde terminaba el
busto y detuvo sus mano ahí. Mi respiración se acelero y mis latidos fueron en
aumento, pero no estaba asustada. Estaba parada frente a el a pocos centímetros
y Aarón tenía la mirada clavada en sus manos que abrazaban un poco mas arriba
de la cintura.
Poco a poco levanto la vista y se encontró
con mis ojos. El ambiente era tan denso que podía cortarse con un cuchillo,
solo basto con que me inclinara levemente hacía el. Soltó el vestido que volvió
a caer a mis pies acompañado del suave sonido de la tela y me beso.
Su mano me abrazaba con delicadeza la parte
de atrás del cuello y me atraía a hacía el.
Yo le devolvía el beso y solté
un suspiro cuando sus labios alcanzaron mi cuello y luego mi clavícula. Volvió
a besarme y mis labios abrazaron los suyos, abría la boca y sentía como mis
respiraciones se fusionaban con las de el. Sus manos bajaron hasta mi cintura,
gruñí por la punzada dolor que me causo, pero el lo ahogo con sus labios.
- Lo siento – me dijo con su boca pegada a
la mía.
Sus manos llegaron hasta mis
hombros y bajaron un poco la tela que los cubría, repitiendo el ritual que
había hecho Flynn, pero esta vez sus caricias no me asqueaban ni su presencia
me aturdía.
- Tienes que irte – me dijo apartándome un
poco para poder hablar y mirándome a los ojos.
Enrede una mano en su pelo sin
apartar la mirada y la lleve hasta acariciar su mejilla, Aarón abrazo con su
mano la mía y volvió a besarme. Olía a pino. Sus manos se enredaron en mi pelo y
sus dedos cosquillearon el mi nuca, la sensación me hizo sonreír por primera
vez en lo que calculaba una semana. Aarón sintió mis labios curvearse y al
parecer el también sonrió sin apartarse de mi.
-
Puedo detenerlos hasta pasado el anochecer – dijo con una pronunciación
algo distorsionada por mis labios.
- ¿Y tu? – le dije apartándolo con suavidad
Negó con la cabeza.
- Nadie lo sabrá.
Puse mi mano sobre su corazón y lo sentir
latir a una velocidad que sonaba como la de un caballo corriendo. Sus labios
pasaron de los míos a mi mejilla y luego a mi frente. Poco a poco me aparto.
- Sal de ese lado, da con el bosque – me
decía mientras acariciaba mis mejillas con sus manos, sus ojos brillaban por el
dolor y todo el torrente de emociones que lo rodeaban se reflejaba en su mirada
esmeralda –bajo esa manta están cosas que probablemente necesites, tómalas y
cuando llegues al bosque corre Helena, corre y no mires atrás.
Mi nombre en sus labios me sorprendió, nadie
me había llamado por mi nombre desde que había llegado al campamento y su
sonido me pareció algo extraño, pero me gusto como lo había pronunciado el.
Me dio un último beso que parecía robarme
el alma, lleno de añoranza. No lo entendía, no entendía como podía sentirme así
y como el podía sentir por mi algo que estaba prohibido para ambos. Enrede mi
mano con la suya y el beso el dorso de la mía. Se aparto de mi y dio media
vuelta.
- Aarón espera – le dije antes de que
saliera de la tienda. Pronunciar su nombre me pareció extraño, y el dio el
aspecto de sentirse como yo cuando el dijo el mío – toma esto – dije mientras
caminaba hacía el y me quitaba el anillo de la mano y lo colocaba sobre la de
el.
-Llévalo siempre y cuando te encuentre
sabré que eres tu y que puedes confiar en mi y yo en ti.
- No puedo llevarlo Helena, sospecharan.
- Di que me lo robaste.
Bajo la mirada y observo el
anillo resplandeciendo dorado sobre su mano, cerro el puño y metió el anillo a
su pantalón. Beso mi frente y sus labios se quedaron ahí reposando un momento
antes de salir de la tienda. No sabía que era última vez que le vería en años.
Me lleve el dorso de mi mano a la frente y
solté el aire por la boca tratando de poner los atropellados pensamientos que
me cruzaban por la cabeza.
De inmediato el corazón me dio un vuelco y
comenzó a correr a toda velocidad. Mire el vestido en el piso y me arme de
valor para lo que estaba por hacer.
Era verde pino, las mangas
llegaban pegadas hasta las muñecas, pero estaba adornado por una tela
transparente que llegaba hasta mis
nudillos. Se ajustaba por delante, las correas bordadas de hilo de oro estaban
cruzadas sobre mi abdomen de modo que apretaban mi cintura. Varias lagrimas de
dolor se escaparon de las comisuras de mis ojos cuando las ajustaba.
Para mi sorpresa el atardecer no tardó en
terminar y nadie se había dado una vuelta por la tienda. Mire de un lado a otro
dentro del lugar, comencé a rebuscar entre las cosas de Aarón.
Encontré vendas, una cantimplora, un pequeño
costalito con unas pocas monedas de Elirdea, reino, mi dentro de ella, carne
seca que sabía amarga y una bolsa. Sin pensarlo lo metí todo en ella, fue hasta
que no escondí el costal en un pequeño hueco que había hecho entre los pliegues
del vestido que no caí en la cuenta de lo que estaba haciendo, me maree y por
poco perdía el equilibrio, pero me negué a caer.
Me lleve una mano a la frente, me sudaba
frío y las manos las tenía heladas y temblorosas. Me aparte un poco y capte por
el rabillo de ojo algo extraño debajo del tapete que Aarón usaba como colcha
para dormir. Recordé lo que me había dicho, sobre que lo que ahí estaba me
serviría. Me acerque a el y lo levante; la tierra estaba removida y no había
sido aplanada correctamente. Rasque con las manos, las uñas se llenaron de
tierra y mis manos se mancharon por la tierra húmeda. Finalmente llegue a donde
el paquete estaba, su contenido me sorprendió demasiado, aunque bien pude haber
soltado un grito ahogado, solo me le quede viendo, sintiendo como mi pecho ascendía
y descendía con rapidez.
Tome la daga, era extraña, al menos yo nunca
había visto una con el final de filo curveado hacía la derecha o izquierda,
dependiendo desde que lado se tomara. Tenia el mango color plata y una pequeña
piedra verde la adornaba. La guarde dentro del mismo pliegue que guardaba el
costal con el dinero, estaba poniéndome de pie cuando el secreto agujero volvió
captar mi atención. Cubierto por una pequeña capa de tierra estaba algo con
forma cuadrada envuelto por un pañuelo, lo tome y le quite la tela. Era mi
libro, lo hojee rápidamente y encontré con una pagina doblada en una esquina a
mitad de libro.
Un pequeño flashback me golpeo, regresándome
al carruaje cuando había abandonado mi lectura después de un golpe que nos
altero a todas. No había vuelto a pensar en ese libro desde que me sacaron a
tirones del carruaje y cambiaron mi vida. El punto era que yo había leído hasta
los primeros 12 capítulos y esa agina doblada a mitad del libro me dijeron que
alguien había estado leyéndolo. Me mordí el labio y guarde el libro en la
bolsa, cubrí el agujero y regrese la colcha a su lugar.
Las ultimas luces del atardecer abandonaban
el cielo, dando paso al oscuro anochecer y como una diosa, un guardián o un
juez la luna volvió a alzarse magnifica sobre nosotros, observando todo en
silencio. Pegue el oído a la manta, por la parte de atrás, la cual si no me
equivocaba daba al bosque. No se escuchaba nada. Respire profundamente y me
puse a gatas, arrastrándome fuera de la tienda. El dolor era penetrante y la
angustia me recorría cada pulsación.
Pensé que en cualquier momento, alguien daría
la vuelta a la tienda y me encontraría con medio cuerpo fuera de la tienda y
una bolsa de provisiones al hombro preparada para huir. Imagine como sería
sentir el filo de la espada atravesándome. Un escalofrío me recorrió la espalda
y cerré los ojos tratando de alejar esa sensación.
Me movía como una serpiente, meneándome de
un lado a otro, llenándome las manos y el vestido de tierra. Escuchaba sonidos
de una platica a lo lejos, pero cada vez que un grillo saltaba o el viento
mecía la copa de los arboles con fuerza me estremecía pensando que ellos lo
escucharían y fueran a revisar. Mi mente generaba imágenes de Aarón fracasando,
de que Khan y los otros notarían algo raro y de inmediato vendrían por mi, me
matarían a mi y a Erick. No tenía sentido, pero finalmente el miedo nubla la
visión de todo el mundo. Finalmente todo el cuerpo salió libre y a pesar del
dolor y que lo único que quería era recostarme y recobrar la respiración, me
levante con tanta brusquedad que me maree ligeramente, tambaleándome unos
pasos, en cuanto recupere la compostura me precipite hacía le espesura del
bosque lo mas silenciosamente posible, pero también ansiosa de alejarme lo
antes posible de ellos.
Los árboles se abrían paso frente a mi, las
ramas me golpeaban las mejillas con filosos latigazos, de vez en vez el vestido
se me enredaba y me tropezaba con la tela y cada vez que caía sentía como la
herida gritaba y me recorría el abdomen con un furioso fuego helado que me
quemaba.
Alcance a escuchar el sonido de gritos de
frustración a lo lejos y como si las vibraciones de aquella voz me empujaran
corrí mas rápido. El aire en mis pulmones entraba con dificultad a medida que
pasaban los segundos y yo no me daba un respiro, mi costado comenzó a dolor de
sobre manera, como si me retorcieran algo por dentro y el dolor me
imposibilitaba respirar, después de un rato no puede continuar y me recargue en
un árbol para recuperar la respiración.
Escuche el sordo sonido de los cascos golpear
la tierra, como el de la estampida de terror que me persigue en mis pesadillas,
el golpeteo de los cascos se fusiono con el latir de mi corazón y poco a poco
sonaba cada vez mas y mas fuerte. Espere que la oscuridad me protegiera, pero
ahí estaba de nuevo, la luna llena iluminándolo todo como una vela de luz
blanca, mostrando el camino y señalándome con sus aros de luz.<<aquí esta
muchachos, ¿qué no la ven perfectamente iluminada?>>
Me forcé a seguir corriendo, di unos cuantos
y descoordinados pasos cuando la tierra se abrió bajo mis pies y me trago, no
me dio tiempo ni de gritar, pronto estaba en un agujero que el tiempo había
causado, cubierta por raíces secas que se habían quebrado bajo mis pies,
algunas todavía quedaban en su lugar y me cubrían ocultándome entre tierra y
ramas, creando una pequeña capsula que me protegía.
Estaba tan aturdida que mi corazón no salió
de su pecho cuando los cascos pasaron tan cerca mío que pude distinguir la
tierra que tenían incrustada y los músculos de los animales galopando con sus
malévolos jinetes impulsándolos.
Me desperté y el dolor no tardo
en abrirse paso.
Los rayos de sol se colaban
entre las ramas y hojas que me cubrían, generando un extraño juego de luces a
mi alrededor. Un rayito de sol quedan justo sobre mis ojos y la brillante luz
me desenfoco unos segundos mientras mis pupilas se ajustaban a la luz.
Me sentía entumida y por un momento pensé que
no podría moverme.
Poco a poco fui recuperando
control de mis extremidades, tenía la boca seca y la sentía pastosa cada vez
que tragaba saliva, la panza me rugió de nuevo y temí que Khan escuchara a mi
estomago protestando y me sacara de los cabellos de mi pequeño escondite.
Espere unos minutos a confirmar que nadie
vendría por mi.
Estire la mano sobre mi y me
sorprendí al ver que el techo de raíces estaba mucho as alto de lo que pensaba,
con el brazo extendido apenas podía tocar las ramas que me cubrían con la yema
de los dedos. Poco a poco me incorpore mordiéndome el labio y reprimiendo
gemidos de dolor, me senté con la espalda un poco encorvada y me quede ahí
hasta que me decidí a salir.
El agujero por el que había caído estaba
demasiado alto para que pudiera escalarlo con el abdomen prácticamente
desgarrado, busque una salida mas accesible para mi condición y vi que si
seguía el túnel que las raíces habían creado podría salir por un desnivel a
unos metros de mi que dejaba la superficie a mi alcance. Comencé a gatear y
cada movimiento me taladraba la cabeza por el dolor, pero no me detuve hasta que
llegue al desnivel. Arranque las ramas sobre mí y salí a la superficie. Gatee
un poco mas para alejarme de donde las raíces habían ahuecado la tierra y
condenarme a caer de nuevo. Cuando llegue a un tronco tan ancho como tres
hombres me tendí a su lado y me concentre en la copa de los árboles, meciéndose
de un lado a otro.
El sonido de una rama quebrándose fue lo que
me impulso a ponerme de pie con un quejido y comenzar a caminar. El frio me
hacia abrazarme a mi misma, y mas que caminar me tambaleaba de un lado a otro
con poca gracia.
No sabía donde estaba pero sabía a donde
ir. Elirdea se encuentra si se sigue el Este, sabía ubicar la estrella del
Norte, solo que era de día y en vez de guiarme por las estrellas me guie por el
sol. Era de mañana y todavía estaba ascendiendo por el Este. No podía confiar
en el sol a lo largo de la tarde así que fije una línea recta.
El estomago me rugía con maldad cada media
hora, no había comido mas que una vez en una semana mínimo y podía sentir como
el estomago se retorcía dentro de mi, quejándose por el vacío. Lleve mi mano a
mi anillo para jugar con el, como siempre hacía cuando estaba nerviosa y me
encontré a mi misma sorprendida de su ausencia unos segundos antes de recordar
que se lo había dado a Aarón, y un nuevo vació me llego al pecho. Me preguntaba
si había pasado desapercibido y si algún día lo volvería a ver.
Me detenía de vez en cuando a ocultarme
entre los arbustos cuando escuchaba algún sonido que fuera mas sospechoso que
una ramita quebrándose, mis piernas temblaban por la caminata y por lo débiles
que estaban a causa de la falta de comida, pero no deje de caminar. El viento
me revolvía el cabello y constantemente tenía que ponerlo detrás de mi oreja.
Fue hasta que lleve una mano a mi cadera para desenredar unas hojas que se me
habían pegado que note como mi mano se teñía de rojo, la lleve frente a mi
alarmada y note que estaba fresca. Volví a mirar mi costado y vi como el
vestido se había oscurecido por el liquido escarlata que a partir del día de mi
captura atormentaba mis sueños, tenia una gran mancha que me alarmaba de sobre
manera, si seguía perdiendo sangre demasiado tiempo moriría. La herida me
impulso a moverme mas rápido como si me apresurara a tomar un carruaje que se
iría si no llegaba a tiempo.
Hubo un momento durante la tarde que perdí
el conocimiento, desperté desorientada. El sol se encontraba en el centro del
cielo y atormentaba el clima con sus rayos que me causaban una jaqueca mas y
mas poderosa a cada segundo a mi lado estaba la bolsa de Aarón, rota. Los
animales la habían roído y se habían llevado la comida y la cantimplora la
habían masticado hasta hacerle un agujero y dejar escapar el agua, incluso las
vendas estaban llenas de tierra. Me incorpore con dificultad y me sorprendí al
ver que las hojas se habían teñido de rojo por mi sangre al caer sobre ellas.
Por mas que quería asustarme el agotamiento y la perdida de sangre estaba
ganándome, las vendas estaban inservibles y lo único que atine a hacer fue
revolverlas con el pie para dispersar el rastro y seguí caminando, confiando en
que siguiera la dirección correcta.
Pocos minutos después un venado paso
corriendo frente a mi y casi causa que me muera de un infarto, desapareció
prácticamente de inmediato dejándome con el corazón palpitándome en la
garganta. Cuando llego el atardecer me sentía una sonámbula que se había
desconectado de su cuerpo y solo seguía caminando por el impulso del último
paso. Mire lo hermoso que se veía el cielo teñido por esos colores tan irreales
y cálidos, los maldije por verse tan alegres y burlones cuando yo estaba pocos
pasos de morir desangrada.
Algo agito los arbustos a mi espalda, pero
yo estaba tan aturdida y desconectada del mundo que no lo escuche o bien decidí
ignóralo pensando que era el idiota del venado una vez mas. Me equivoque y note
mi error segundos mas tarde.
- Detente si sabes lo que te conviene
linda, danos todo lo que tienes y te dejaremos ir.
Pensé que era Khan con sus
hombres, y el miedo me hizo temblar. Poco a poco la poca estabilidad mental que
me quedaba comenzó a funcionar y llego a la conclusión de que Khan no me abría
pedido entregarle todas mis pertenencias y segunda, aquella voz no tenía el
acento que tienen los habitantes de Grecos.
- ¿Qué no me has escuchado?- dijo el
hombre con una voz ronca.
Poco a poco me di media vuelta
y descubrí que aquel hombre que daba ordenes tan seguro de si mismo abría la
boca y los ojos claramente aturdido, nunca imagino que se encontraría a la
princesa desangrándose a mitad del bosque. Era un ladrón, un hombre del bosque,
y aunque su aspecto no era muy prometedor me sentí segura cerca de uno de los
míos, sin importar su oficio o que tenían que hacer
para vivir.
- Ayúdame – fue lo último que alcance a
susurrar antes de desmayarme por tercera vez.