domingo, 29 de diciembre de 2013

Fin del capitulo 1

Hola! 
Antes que nada quiero decir que me deje la parte tres en mi lap y mi lap se quedo en mi casa, por lo tanto esta entrada sera lo mas parecida a lo que es el original, no quiero pasarme hasta el 3 de enero inactiva así que are mi mejor esfuerzo porque los capítulos sean lo mas parecido a los originales.

En cualquier caso, cuando regrese a casa actualizare las entrada para que sean exactas y se den una vuelta, de nuevo.

Sin nada mas que decir. Comencemos.
Besos Jane.

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Las risas volvieron a estallar y lanzaron virotes afirmando que no era mala idea. Me mordí la lengua y me puse de pie, con las macabras risas a mis espaldas volví a colocarme del otro lado del grueso tronco y de nuevo me hice un ovillo.

Recordé la daga con la que había acabado la vida de Narda y me pellizque, castigándome por no haber hecho lo mismo con mis propias manos y a mi propio pecho.

No tendía que esperar mucho para que mi desdicha fuera ampliada por el atronador sonido que ilumino el cielo y lo partió en dos. Minutos después, la lluvia caía violenta sobre nosotros, la tierra debajo de mi cedía ante el agua y se humedecía, tiñendo aun mas mi blanco vestido de lodo. Los hombres se apresuraron a buscar refugio en sus tiendas de acampar y recogieron todo con increíble velocidad, olvidándose de mi. Aunque probablemente me habían dejado bajo el violento torrente de lluvia a propósito.
   Yo no me moví de la posición en la que me encontraba y a los pocos segundos las gotas de lluvia se convirtieron en helados alfileres que me erizaban en vello de los brazos y me helaban la espalda y el cuello. No tarde en comenzar a temblar como una posesa, los dientes me castañeaban, el vaho se proyectaba frente a mi y el cabello no podía estar mas empapado.

Alguien tomo mi brazo con fuerza y me alzo del enlodado suelo, por poco resbalo, pero aquel individuo me tenia bien agarrada y lo impidió. Comencé a revolverme, a intentar escapar de aquella figura. Los ojos estaban nublados por el agua que me empapaba y no veía nada mas halla de un oscuro bulto frente a mi.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Helena


 Helena: 

Es la princesa heredera al trono, elegida por la luna, como la tradición dicta; marcada por unos ojos plateados que la distinguen de entre todos. Ojos que la marcan como la soberana y la condenan por lo mismo.

A los 15 años su familia es asesinada y su trono robado, logra huir de sus captores y eternos enemigos de su reino. Uno de ellos, con ojos verde esmeralda la ayuda a escapar, su enemigo, por el que siente algo mas halla de la curiosidad y el odio. Un sentimiento que le estruja el pecho.

Después de eso la tierna Helena, conocida por una lengua filosa desaparece junto con su antigua vida, ahora llena de odio y rencor, esta decidida a vengar a su familia. No confía en nadie, no cree en nada. Su corazón es tan frío como la daga curveada que carga desde el día en verano, el día que todo se rompió.




¿Podrá alguna persona descongelar su corazón?




Capitulo 1. Parte dos


   - Miren lo que trajo la marea – escuche que alguien decía y su voz me helo la nuca.

De los arbustos salió un enorme hombre de cabello café oscuro y ojos café claro, con el acento característico de Grecos mas marcado que jamás hubiera escuchado. Tendría probablemente 28 años.
  
    El jinete bajo del caballo y luego tomo mi cintura jalándome con tosquedad fuera del animal. Comencé a revolverme y en un momento que me soltó le propine una cachetada con mis manos amarradas. El golpe solo lo hizo girar la cabeza de forma abrupta, pero no vi rastro de dolor en su mirada.  No tarde en recibir el mismo trato con el doble de fuerza. Caí al suelo.

  Los hombre rieron.
  
  - ¿Una dama con agallas majestad?- me pregunto el jinete

  - Vamos, déjala Flynn, no puede hacernos mucho daño…a no ser de que eso te halla dolido de verdad- las risas regresaron.

  - Dile eso Donnie y Jim– le regaño el.

   - ¿Qué tiene que ver Donnie o Jim en todo esto?- pregunto el enorme hombre un mas serio.

  - Digamos que Donnie no va a regresar a cenar, ni hoy ni nunca y Jim, tiene el musculo del muslo destrozado, todo gracias a Su Majestad ¿o no alteza?
  
  Las risas cesaron por completo.

El hombre oscureció la mirada y camino hacía mi enfurecido listo para hacerme pagar. Cerré los ojos e incline un poco la cabeza en un intento inútil de protegerme.
   

Capitulo 1





   ·  Parte uno

   ·  Parte dos

    ·  Parte tres

sábado, 21 de diciembre de 2013

Capitulo 1. Parte uno




"Dos especies de lágrimas tienen los ojos de la mujer: de verdadero dolor y de despecho."

Pitágoras de Samos



                             ···



-  ¡Helena!

El libro saltó en mis manos y di un brinco en mí asiento. Alcé la mirada buscando de donde había salido él sonido de la voz de mí tía.

 - ¡Hela!- la escuche gritar por segunda vez. Entendí que no vendría por mí, sino que tenía que darme prisa y correr a ella antes de que me llamase por tercera vez.

  Tome él libro y las faldas del vestido y comencé a correr entre los jardines de la casa. El verano inundaba cada rincón del lugar, los arbustos tenían él color verde vibrante en cada hoja y las mariposas que tanto me fascinaba observar, revoloteaban sobre las flores.

  El cabello comenzó a perder armonía y mechones color cajeta comenzaron a salir de su lugar, cayéndome rebeldes sobre los ojos.

   La imagen de mí tía, Madeleine, comenzó a emerger haciéndose cada vez más nítida y grande conforme me acercaba.
  
  -¡Hele…

  - ¡Ya estoy aquí!- me apresure a gritar. Finalmente, me vio llegar y se llevó las manos a la cintura al ver mí aspecto.

   - Helena, ¿qué has hecho? Mira tu cabello –Di un fuerte resoplido para apartar un mechón de mis ojos.
   - No le veo nada malo –
  
- ¿Crees que recibirás así a tu hermano? Ese no es él aspecto de una futura reina

El corazón me dio un vuelco.

  - ¿Will esta aquí?- le pregunte animada por la noticia. Ella asintió.


   - Así que mejor ve a que te peinen antes de que lleguemos tarde-

  - ¡Fantine! – grite, llamando a mí dama de compañía. Fantine salió de la habitación de al lado casi de inmediato
   
- ¿Si majestad?- pregunto mientras hacia una leve reverencia.

Fantine había sido mí dama de compañía y amiga, de alguna manera secreta, desde los 9 años, ella tendría 18 ahora. A diferencia mía, su cabello era de un rubio tan pálido que parecía casi trigo seco.

  - Ayúdame con él peinado- le pedí mientras me apresuraba a mí habitación en la planta superior de la casa de verano.

  - Si majestad

Llegue a mí habitación rápidamente y me senté en él tocador. Mi tía tenía razón. Mechones completos caían sobre mis hombros y la peineta esta completamente fuera de lugar.

   - Me pareció escuchar que su hermano, él príncipe, ha regresado de su viaje- comento Fantine de forma educada poniéndose detrás de mí y soltando mí cabello.

  - En efecto, espero verle con ansias –

Will y yo siempre fuimos los mejores amigos hasta los 15 años, más que Alanís, la mayor de los tres. Cuando los asuntos del reino comenzaron a convertirse en lo prioritario y los juegos y la inocencia eran dejados atrás, las peleas comenzaron. Will, siempre terco y demandante le costo trabajó aceptar que nunca sería rey; le parecía injusto que él, con grandes habilidades de combate, siendo más fuerte y grande que yo, una mujer, nunca tendría él reino. Mi hermano era mayor que yo por 3 años, pero las reglas eran las reglas. El primer hijo en nacer con la luna llena iluminando él parto, varón o mujer sería él heredero a la corona.
   
    La amistad que en antaño había sido poderosa, se había desintegrado y por dos años hasta yo cumplir los 13 nuestros encuentros estaban llenos de resentimiento que yo intentaba soportar, yo trataba de explicarle que no era mí culpa, pero él no escuchaba.
   
Una mañana, cuando tenía 14 al despertar, Will se había ido. Pregunte a Fantine donde se encontraba mí hermano y ella me dio la noticia de que se había ido, en un viaje que no sabía cuánto duraría.
  
 Alanís, nuestra hermana mayor, nunca me culpo ni mostró resentimiento hacía mí, estuvo para mí siempre apoyándome, a pesar de que nunca fuimos tan unidas, estuve muy cerca de ella los primeros meses, cuando Will se fue.

Ahora yo tenía 15, los acababa de cumplir hace apenas unas semanas y él tendría 18, llevaba un año sin verle.
   
    La sensación de la peineta encajándose en mí peinado me regreso al presente.
Fantine era impresionantemente habilidosa cuando hablábamos de peinados, me había hecho en muy poco tiempo un hermoso recogido que se veía firme pero relajado.
   
     - Esta lista majestad- comentó ella para remarcar lo que ya era obvio
   
     - Gracias Fantine, debemos de darnos prisa –

Me levante del tocador y me apresure de nuevo a la entrada, mis maletas ya estaban dentro del carruaje y Narda mí hermosa galga gris moteada me esperaba en el carruaje, sentada y obediente.
     
    - Muy bien majestad, es hora de partir –

Subí al carruaje y acaricie a Narda en la cabeza, mi tía subió y se sentó frente a mí y le siguió Fantine sentándose a un lado mío.
  De inmediato los cascos de los caballos sonaron sobre la roca y comenzó el ir y venir del vehículo. Narda se recostó a mis pies, incapaz de mantener el equilibrio sentada.
   
     - Llegaremos al medio día – me informo Tía Madeline.
Asentí con la cabeza y volví a sumergirme en el libro, del cual no me había separado desde hace dos días cuando comencé a leerlo.

     El contoneo del carruaje continuo armonioso y constante por lo menos una hora y media.
Estaba terminando el doceavo capítulo cuando un fuerte golpe desde afuera alarmó. Los caballos relincharon y detuvieron su marcha unos segundos antes de reanudarla y pasar por un gran montículo que causo una fuerte sacudida. Fuera del carruaje se escucharon varios golpes secos a nuestro alrededor.
     - ¿Qué ha sido eso?- pregunte bajando el libro a mí regazo y asomándome por la ventanilla para comprobar que los guardias nos seguían. Me relaje un poco al comprobar que si era así. Un soldado se dio cuenta de que lo observaba, el hombre me saludo con un movimiento cabeza, le salude igual y volví a cerrar la cortina
Narda se levantó y puso las orejas en tención.
    
   - No lo sé – respondió mi tía - ¿está todo bien?- preguntó ella en voz alta para que el cochero la pudiese escuchar.
   
  - Todo bien señora – la voz del hombre me sonó algo extraña, pero atribuí eso a como los muros de la cabina distorsionarían lo que dijese.
    Nos miramos unos momentos, aun un poco asustadas por el golpe, pero tratamos de olvidarlo. No volví a tomar el libro y me dedique a observar el paisaje.
    
  Los cascos de los caballos sonaban rítmicos sobre la tierra.

Miraba por la ventanilla del carruaje observando el hermoso bosque que se alzaba a mis costados, perdí la mirada en el un buen rato. Finalmente, la hora del día y el mecerse del transporte me obligo a dormir.
Me fundí en un profundo sueño.

<<Estaba en el palacio, no había nadie y solo había una puerta. La Sala de Trono.
     
Entre empujando con facilidad las enormes puertas, había a alguien sentado en el trono, me invitaba a acercarme, era algo extraño por qué a pesar de ver su rostro no podía verlo en realidad.    
    
    De repente la sala se llenaba de golpe dando paso a una masa de gente noble, usando sus mejores ropas y todas me observaban. Usaba un vestido blanco con una capa que arrastraba tres metros detrás de mí y barría el suelo con cada paso que daba, no sabía por qué seguía avanzando hacia aquella figura, pero simplemente no podía detenerme.
   
   Llegue frente al trono y fue cuando lo entendí, estaba durante mí ceremonia de coronación, mi futura corona estaba a un lado mío, sobre una roja y aterciopelada almohada. En un parpadeo ya no estaba y ahora se encontraba sobre la cabeza de la misteriosa figura.
   - ¿Qué es esto?- pregunte aturdida, mi voz sonó con miles de ecos.
  
   - Esto es el principio del fin – aquella era una voz que no era ni masculina ni femenina, sus palabras retumbaron en mí espalda y un agudo dolor se apoderó de mí. En estómago brillaba color escarlata, sangre que emanaba de mis costillas. Una brillante y plateada daga estaba clavada en mí abdomen y yo la saque de un tirón. Sentía que me ahogaba, mi capa, antes blanca como la nieve ahora estaba salpicada de sangre y manchaba el blanco piso de mármol del lugar.

Sentía mi corazón retumbar en la punta de mis dedos y las lagrimas de miedo brotaban de mis ojos sin control.
    Los nobles que llenaban la sala no se inmutaron ni parpadearon. Uno a uno se arrodillaron ante mí asesino. Voltee a verlo una vez más y un destello dorado, como el reflejo de oro, me cegó impidiéndome verle la cara. Mi abdomen estaba ya completamente empapado en mí sangre y sobre mí la luna se convirtió en una luna sangrante, perdí el equilibrio y los pocos escalones se convirtieron en un abismo sin fin.
  
  Grite.
   
  Otro bache, y mi cabeza golpeó la ventanilla, despertándome por el violento movimiento.

  - Vamos por el camino equivocado – escuche decir a Madeleine.

  - ¿De qué habla señora?- preguntó Fantine alarmada, aunque manteniendo la formalidad ante todo.
Seguía aturdida por el sueño y mi corazón latía rápido.

  - ¿Tía?- frote mi frente adolorida y lleve mi mano a la cabeza de Narda que también estaba intranquila.

   - Nos estamos desviando, la vuelta al reino es hacía ese lado, nos estamos apartando. ¡Disculpe creo que se ha equivocado de camino, vamos por la ruta incorrecta!- grito mi tía al cochero.

     El silencio se apoderó del lugar y Fantine se llevó una mano al corazón tratando de calmarse.
Finalmente, el hombre habló.

   - No, creo que voy por el camino correcto… es más estoy seguro de ello- Mi tía se llevó una mano a la boca y Fantine tomo mi mano.
  Esta vez el acento de aquel hombre fue más que claro para mí.

     - Grecorianos – susurre apretando la mano de mí dama de compañía.
Narda reacciono por entrenamiento a la palabra y de inmediato su lomo se erizó y se puso en posición de ataque.
   El corazón retumbaba en mí oídos y garganta, las manos y el cuerpo sudaban frío y de no ser por los guantes, seguramente mi vestido estaría húmedo por ellas. Sentía que había despertado de una pesadilla para entrar a otra.
    
    - No se preocupe majestad, los guardias nos protegerán – aseguro Fantine en voz alta, tratando de intimidar al cochero.
    
    - No lo creo señora – respondió el conductor – hace mucho tiempo que los guardias se tomaron un... respiro-
  
     - ¿De qué está hablan...
No pudimos terminar la frase, el carruaje se detuvo de golpe y las puertas fueron abiertas con igual violencia. Algo me tomo del brazo y jalo fuera del carruaje, grite asustada y también lo hacían Fantine y mi tía.
   Fui lanzada al suelo y escuche a mí tía gritar.
  
  - ¡Déjenos cerdos asquerosos! ¡no nos toquen!- Los hombres se reían y la jalaban de un lado a otro.
  
  Fantine cayó a un lado mío sobre el codo e intento arrastrarse para correr, un hombre con cabello castaño la tomo de las piernas y arrastro de nuevo.
    Me tomaron con fuerza del cabello e intentaron levantarme. En un intento de mantenerme en el suelo, tome la bota del hombre que me sujetaba y tire de ella, haciéndolo perder el equilibrio.
   
   Cayo pesadamente a un lado mío, tenía una tupida barba y estaba aturdido.

Tome la daga de su cinturón y como pude me lancé sobre el hombre que aprisionaba a Fantine. Le clave el cuchillo en el muslo con toda la fuerza que me encontré capaz de dar en esos momentos.
   El hombre grito y dejo ir a Fantine.
  
  - ¡Corre Fantine, corre!- le grite desesperada.  Me miro aterrada y salió corriendo, perdiéndose en el bosque.
   El Grecoriano a quien había hecho caer estaba de vuelta y me tomo por la cintura girándome y poniéndome de espaldas al suelo, apoyando todo su peso sobre mí cuerpo. Sostenía mis muñecas con violencia y les cortaba la circulación. Gritaba y me removía en mí lugar desesperada.
   Escuche un poderoso gruñido, Narda se lanzó a la cara de mí atacante y lo derribo, sus ponentes dientes rasgaban la carne y le mordían en cuello, muñecas y todo aquello que se interpusiera en su camino.
    Mire a mis costados y la sangre se me heló al encontrar a mí tía tirada a pocos metros de mí, poco a poco goteando vida, con los ojos abiertos en un eterno grito.
   Mi cuerpo temblaba mientras me arrastraba como podía a ella, mis piernas no funcionaban y les era imposible mantenerme de pie. Cuando llegue a ella, me hinque y coloque su cabeza en mis piernas, acomodando mechones fuera de su rostro.
     
     - Corre Helena – me decía con las pocas fuerzas que le quedaban, llevo una mano a mí mejilla y yo la tome apretándola. Su vestido, en antaño azul ahora era violeta, manchado por la sangre que emanaba de su estómago. No me había dado cuenta de que lloraba hasta sentir como mí tía me limpiaba las lagrimas. Mi miro una última vez y finalmente la vida la abandono y su mano quedo solo sostenida por la mía.
   
   Sollocé y mire a mis espaldas, a tiempo para ver como un compañero Grecoriano apuñalaba a Narda en un costado en un intento de quitársela de encima al otro hombre.
   
      - ¡Narda!- chille, deje la mano de mí tía caer y me precipite a mí galga, la desesperación me inundaba, estaba acorralada corriendo de un lado a otro intentando salvar aquello que me era arrebatado con violencia al mismo tiempo.
     Alguien me sostuvo, impidiéndome salvarla y no dejándome otra opción que ver como mí guardiana era asesinada frente a mis ojos.
      
        -¡No, no por favor!-

Finalmente, cuando su cuerpo cayó inerte a un costado del hombre con el rostro destrozado me dejaron ir. Narda seguía viva, sufriendo cada segundo con un gran dolor. Me coloque sobre ella tratando de protegerla.
     
      Estaba sufriendo.

Un destello de un antiguo recuerdo me vino a la cabeza. Estaba con mí padre en el bosque, rememore lo que mí padre me había enseñado una vez cuando me permitió acompañarlo a cazar.
 Había disparado una flecha de forma herrada a un venado, fallando de su corazón por centímetros, el animal gemía torturado por el dolor.
    
       - Nosotros cazamos por comida, incluso por deporte- me había dicho el mientras se arrodillaba a un lado del animal – pero nunca por crueldad-
   
  Mi padre sacó una daga de su cinturón y agradeció al animal sus servicios antes de dar el golpe de gracia y acabar su tortura.
     
       - Es de reyes piadosos perdonar la vida, pero también lo es terminar una vida con dignidad –
Los ahogados chillidos de Narda me regresaron de golpe al presente.
  
      Había un cuchillo a mí costado y yo lo tome temblorosa, los Grecorianos se abalanzaron sobre mí intentando quitármelo. Acaricie a mí mascota una vez más.
- Gracias fiel amiga- susurre, sus ojos tratando de enfocarme y su mirada suplicante, taladraron mis pupilas. La daga golpeó certera y sus ojos se apagaron poco a poco, hasta por fin cerrarlos y morir. Estaba completamente sola.
  
      Saque la daga de su cuerpo y la deje caer con la mano temblándome de manera incontrolable.
En un intento estúpido escapar, di trompicones lejos de ellos, pero antes de siquiera ponerme de pie, ellos me levantaron agarrándome con violencia de los brazos e incuso del cabello.
      
      - ¡Déjenme ir! ¡Suéltenme! – patalee, solloce y grite desesperada.
    Un hombre de frondosa barba se colocó frente a mí y me dio un fuerte bofetón que me tiro al suelo, mi labio sangraba.
     
    - ¡Ve lo que tu perra endiablada ha hecho!- me grito furioso, yo me mantuve en el suelo, negándome a obedecerle. Camino hacía mí y tomo mi pelo girando mi cabeza obligándome a ver el rostro destrozado de su compañero - ¡Míralo!
    
     - No s nada menos de lo que merecía – me atreví a decir. Su bota me golpeo la boca del estómago, dejándome sin aire y ahogándome con la tierra.
   
    - Llévenla al campamento – ordeno mientras se limpiaba la tierra de las mangas y se sorbía la nariz– y escondan los cuerpos en el bosque

Me levantaron del suelo, yo ya estaba demasiado derrotada para mostrar resistencia y decidí dejar caer todo mi peso, ya sin fuerzas.
     Me amarraron las muñecas y subieron como pudieron a un caballo, el jinete iba detrás de mí y sus brazos evitaran que me cayera.
  
  No mire atrás, solo me concentre en no llorar frente al enemigo y contar los minutos mientras nos alejábamos. No nos quedamos en el camino, sino que el jinete se adentró en el bosque.
   
  Llevaba media hora contando cuando finalmente, el caballo redujo la velocidad.
       El jinete silbó 3 veces, dos cortos y uno largo, para mí sorpresa hubo una respuesta y le siguió el sonido de ramas quebrándose y de mucho movimiento.
   
     - Miren lo que trajo la marea – escuche que alguien decía y su voz me heló la nuca.

Siguiente parte

Por favor si leyeron este pedazo del Primer Capitulo y les gusto, manden me un correo o comenten algo.

Besos.
Jane McCourt